viernes, 9 de febrero de 2018

MEDIO MARATÓN DE MARRAKECH 2018

De todos los lugares donde he hecho una carrera, este es por poco el más lejano (una vez también estuve en Amsterdam) y por mucho el más éxotico (me perdonen las gentes del Condado de Treviño). Pues sí, he cambiado de continente para correr el medio maratón de Marrakech 2018. Y este es el resumen explicado brevemente...



Sábado 27 de enero de 2018. Aeropuerto de Marrakech-Menara. 8 y algo de la mañana (hora local)

Ahí estamos con sueño y recién aterrizados papá Pepe, mamá Blanca, novia Judith y redactor Martín discutiendo con una jauría de taxistas ansiosos por timar al primer guiri de la jornada. Tras amenazar con subirnos al autobús urbano, aparece uno que se ofrece a llevarnos a la plaza donde entregan los dorsales por 80 dírhams (unos 7€ al cambio). Haciendo gala de ese estilo tan particular que tienen los marroquíes de conducir, nos acerca a la Place 16 Novembre y le pagamos con un billete de 100 dírhams. Sabedor de que acabamos de llegar y que todavía no conocemos bien la moneda, nos devuelve 10, nos sonríe, dice Visca Barça, monta en el coche, se larga y nosotros tan contentos. Así empieza nuestro viaje... perdiendo 10 dírhams por gilipollas. ¡Sean bienvenidos!






Tras la protocolaria y concurrida recogida de dorsales nos vamos a desayunar a una terraza. Hace frío porque es enero y Marrakech está alto, pero con hambre y al sol se está bien. Ya con la barriga llena, decidimos ir caminando hasta el riad que Pepe ha alquilado (un riad es un hotel con habitaciones a dos niveles y jardines interiores muy cuquis en el centro), situado en la calle Derb Halfaoui y con nombre Dar Baraka & Karam. ¡Una chulada de sitio en pleno barrio de la Medina al que llegamos gracias a las indicaciones de un paisano ataviado con un chambergo de Ferrovial!


El día lo dedicamos a caminar por la ciudad. Lo mejor para conocer Marrakech es olvidarse del mapa y andar sin rumbo por sus impresionantes callejuelas y mercados, porque tarde o temprano llegarás sin saber muy bien cómo a Jamaa el Fna. Una gigantesca plaza llena de vida, puestos de comida, restaurantes, encantadores de cobras, motos, gente, cuentacuentos, cetreros, más motos y más gente. ¡Es una locura de sitio!

Aunque el día entero da para mucho, destacar simplemente que antes de cenar entramos con mi padre en un hamman público para conocer la versión auténtica; no la versión happy, aromatizada y con Wifi que nos venden a los turistas. ¡Un puto espectáculo oiga! El sitio huele a cloaca vieja, está oscuro y no demasiado limpio; pero pagamos 1€ por entrar y antes de salir dos tipos nos pegan sin tener que pedirlo una paliza-masaje tirados en el suelo caliente de mármol que es una maravilla. Sin entendernos, sin hablar, con gestos solamente. ¡Una experiencia de respeto y nobleza entre desconocidos que no imaginaba! No sé si ese hamman tiene nombre, pero está cerca de la Mezquita de Bab Doukkala y aparece en este link



Domingo  28 de enero de 2018. Avenue de la Ménara. 8:15 horas. 


Tras un copioso desayuno junto a la parte femenina de la expedición, bajamos trotando con Pepe desde el riad hasta la salida de la carrera en la Avenida de la Ménara. ¡Ya como si fuéramos de allí! Hace bastante frio pero el cielo está despejado y promete una temperatura agradable para correr. La distancia maratón 42K ha salido hace un rato y para la media maratón 21K estamos esperando unas pocas miles de personas. Mayoritariamente marroquíes, pero también muchísimos extranjeros de todas las partes del mundo.

La que es mi 31 media maratón se resume fácil y rápido. Arrancamos juntos pero sobre el K6 me dice Pepe que no es su día y que tire, que yo voy más ágil. Como es verdad y me encuentro cómodo, aprieto el ritmo mientras intento fijarme en el paisaje para distraerme. Dado que los Cubelos practicamos un atletismo minimalista en el que corremos despojados de accesorios tan banales como el cronómetro; ni sé dónde estoy, ni cómo voy de velocidad ni cuánto rato llevo corriendo. ¡A ojo tú!

Eso tiene ventajas e inconvenientes y en esta carrera experimento ambas. ¿Ventaja? El trazado no está muy bien marcado y en un momento en el que creo que voy a llegar al K13 aparezco en el K15. ¡Subidón! Me acabo de zampar 2 kilómetros sin enterarme. ¿Inconveniente? Me emociono tanto que acelero para conseguir buen tiempo en meta pero me paso de frenada y cuando creo que estoy llegando al K20 resulta que me encuentro con el cartel del K18. ¡Bajón! Con lo contento que yo iba y vaya chasco, los 3 últimos kilómetros se me hacen más largos que un día sin pan. 

Al final y según las clasificaciones oficiales: 1h49min52seg para mí y 2h04min36seg para Pepe. ¡Contento! Ya me empiezo a acercar a los tiempos que hacía de joven y seguro que en la próxima seguiré rebajando. La carrera en sí no tiene gran cosa, el recorrido pasa por los exteriores de la ciudad y todo el tiempo vas por enooooormes y anchas avenidas. Una media maratón para tachar de la lista, añadirla a tus batallitas y poco más.

En la meta nos encontramos (mejor de lo esperado) con las chicas y una vez estamos ya los cuatro juntos, volvemos al riad a por una ducha para continuar con el fin de semana de turisteo. De todo lo que hacemos, únicamente destacar que al final de la tarde nos regalamos un afeitado con navaja y brocha en una peluqueria de barrio cercana a Jamma el Fna, en la que el joven barbero está viendo el Barça-Alavés por la tele. ¡Cosas de la globalización!








Lunes 29 de enero de 2018. Prontito por la mañana en Marrakech.

Cogemos el avión de vuelta a Barcelona sobre las 9 de la mañana hora local. A las 12 más o menos estamos en el Prat y a las 13:30 ya comiendo en La Panadella con vino, gaseosa y las novedades de Puigdemont. ¡Así es el mundo! Hoy te levantas aquí y mañana quién sabe....

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Y hasta aquí mi medio maratón número 31, que nos hemos ido un poco lejos a buscarlo. El resumen sería que Marrakech es una ciudad espectacular para visitar, que está mucho más cerca de lo que parece y que aunque su medio maratón sea un poco flojo... cualquier excusa para viajar, salir de casa y conocer mundo es buena.



¡Saludos, litros y kilómetros desde Barbastro!


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