viernes, 16 de febrero de 2018

MEDIO MARATÓN DE BARCELONA 2018

He corrido el medio maratón de Barcelona cinco veces (2007, 2012, 2013, 2014 y 2016). Sin embargo, los dos últimos años he faltado y ambos por la misma razón: bolo de carnaval con la charanga el mismo día a la misma hora a escasos kilómetros de allí, en Vilanova i la Geltrú. Pero este año, mientras volvíamos de la actuación en la Pinchoneta, entré en Facebook y vi que uno que conozco se había meado encima del cronómetro corriendo por las calles de la autoproclamada capital de Tabarnia.

Es un chaval que ha nacido para escribir en este blog, ya que además de correr trabaja en bodega y por eso nos conocemos, porque fuimos compañeros durante el tiempo que estuve yo allí. Ferranquero ilustre aunque no se trate de Chicote ni de Jesús Bielsa, también viejos conocidos de esta carrera. Jugaba al fútbol (ya no sé si era bueno o no) por la banda derecha de la Peña Ferranca y al colgar las botas empezó a correr. ¡Y mal no se le da porque para el poco tiempo que lleva en este negocio hace unos tiempos de escándalo!

Hace escasas semanas que ha tenido una niña y dicen que el permiso de paternidad lo ha aprovechado para entrenar como una bestia a las órdenes del amigo Néstor Arilla, porque la carrera le ha salido redonda. Hablamos del chico guapo de Bodega Pirineos (sin contar a Javi Fillat, evidentemente), hablamos de Álex "Polaco" Sierra. Es mi nuevo becario redactor y este es su precioso resumen de la carrera. ¡Que lo disfruten!

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LA PATERNIDAD QUE VINO CON UN SUB90 BAJO EL BRAZO


Llega el 11 de Febrero y llega Barcelona, una ciudad bastante señalada para todo loco “desgastasuelas”. Hace dos años ya tuve el placer de conocer sus calles, su plano recorrido y sentir el arrope de su gente en las aceras. Era la segunda media maratón que corría en mi vida y al final de ese recorrido el cronómetro marcó 1h35. Hoy, dos años después, me vuelvo a encontrar en esta multitudinaria media maratón, esta vez, con un valor añadido, porque a principios de enero fui papá de una preciosa niña y sabía que estaría ahí dándome ánimos desde fuera con mami.

Llega el día y toca madrugón. La noche anterior, como buen ritual, preparo mis Adizero Boston, mi gel, mi camiseta y mi dorsal. La carrera es a las 08:45,así que me toca desayunar  tempranito. Algo de fruta, un zumo y un buen café.


Salgo del hotel hacia la carrera y tanto en ese recorrido como en el calentamiento, los nervios como siempre se hacen notar. No paro de darle vueltas a cómo irá todo, tengo miedo de que esas noches de padre primerizo, de mal dormir, no descansar lo suficiente y algún que otro entreno aleatorio me salgan a mitad carrera. Pero por otro lado me noto con ganas, en la última media en Lleida conseguí bajar de 1h30, así que ¿por qué no lo podía conseguir  en esta?

Me coloco en mi cajón de salida, el rojo, es el cajón que marca los tiempos ente 1h20 y 1h30. A mi alrededor empiezo a escuchar conversaciones de tiempos por debajo de los 4minutos el kilómetro y eso me acojona un poco jejejeje ¡esa no es mi liga!

¡Esto empieza y ya no hay vuelta atrás!La salida multitudinaria hace que esté más pendiente de no tropezarme que de la carrera en sí, pero entre ir esquivando y buscar hueco me doy cuenta de que el primer kilómetro lo hago en 4:03, algo rápido para lo que tenía pensado, pero me encuentro cómodo y la adrenalina hace el resto.

El paso por el K5 lo hago en 20:26, así que sigo con ese ritmo y voy bien. A esas alturas ya empiezo a ver que llevo el mismo ritmo constante que los de mi alrededor, de hecho escucho que me preguntan que qué tiempo quiero hacer y aunque no consigo ver su nombre ni el número del dorsal, veo que es un corredor de Running-Rioja. Le comento que quiero bajar de 1h30, así que nos ponemos a la par. El paso por el K10 más de lo mismo,sigo con el mismo ritmo y lo paso en 40:54, muy buen tiempo,incluso algo rápido… Es el momento de darle un empujón al cuerpo y tomarme el gel, lo que fue una mala decisión por mi parte, ya que no me hizo ningún bien a la tripa.


No entendía nada porque es el mismo gel que me tomo siempre, misma marca y mismo sabor. Por un momento noto que estoy más pendiente de la tripa que de la carrera. Yo preocupado antes de la carrera por si me saldría el cansancio de no dormir y resulta que es un gel lo que me puede arruinar la carrera…  Le digo a mi “amiguete” de riojano que continúe, que a mí me está dando un poco de bajón por la tripa, así que mi ritmo cambia y pasa a ser de 4:15. Paso por el K15 con un tiempo de 1h02, cojo un poco de agua para recuperar el estómago e intento mantener este ritmo,que si todo va bien me hará bajar de la hora treinta. El cansancio empieza a notarse con el paso de los kilómetros, sobre todo en el 18-19 que coincide con el paso por el mar y el vientecillo siempre frena un poco. Pero no es momento de quejarse, quedan 2 kilómetros y lo tengo que dar todo. Sé que siguiendo así voy a bajar de los 90 minutos y tal vez un poquito más, así que eso me da una energía extra y noto esa adrenalina que pensaba que se había gastado al principio de la carrera.


Se empieza a notar más afluencia de gente en las aceras y eso significa que la meta está cerca. Tomo la última curva y veo que me queda sólo una recta para cumplir mi objetivo, una recta llena de gente y bullicio que me llevan hasta la meta olvidándome de tiempo, ritmos y cansancios.¡Que felicidad es el cruzar una meta y más viendo que el reloj de la prueba marca 1h29! ¿Eso significa que he bajado de hora 29? De camino al avituallamiento sólo hago que hacer cuentas y si si, las cuentas me salen que habré hecho sobre 1h28 alto, y así fue, el tiempo real fue de 1h28min38seg.


En la recta de descanso, tras la meta, voy tan eufórico y cegado haciendo cuentas sobre mi tiempo  que no me doy cuenta que andando a mi lado se encuentra el súper Chef, tres estrellas Michelin, Dabiz Muñoz."¡Ostia si es el de la Pedroche!” Por las redes sociales sabía que él también es un fan de los kilómetros y que estaría en Barcelona, pero quién me iba a decir que haríamos casi el mismo tiempo en la media y que iba a coincidir con él.

Recojo un botellín de agua y un par de Powerades, ¡que me los he ganado! y el momento de la medalla ahí estaba yo, con una sonrisa de oreja a oreja. Acabo de conseguir mi marca personal, he bajado de hora treinta y le he pegado un mordisquito a los 90 minutos. ¡Algo increíble! Luego me da por pensar que un gel casi me arruina este momento y qué hubiera pasado si no me hubiera sentado mal, quizá hubiera arañado algún segundito más al crono, pero no le hago caso porque estoy feliz con mi carrera.

Así que al acabar lo primero que hago es darles un besazo enorme a mi pequeñaja y a su mami, ellas también han tenido mucho que ver en esta marca. Así que la paternidad ha venido redonda, ¡una experiencia única mi primera media como papá!

¡¡¡Ahora a buscar los próximos 21,097 metros!!!


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